¿Fue acaso que en aquel momento me sentí como una botella de cristal llena de un líquido extraño y frío?
Cristalino y puro, lo sentí así.
Y fue entonces que deseaba confiarte mis más oscuros secretos y esperaba a cambio que me dieses una solución, que al menos me diese cuenta de que lo que te decía no entraba por un oído y salía por el otro.
Eso esperé mucho tiempo.
Que de cualquier forma yo estaba quebrandome por fuera y desarmándome por dentro.
Y no hubo mejor momento en el que pudieses haber llegado.
Tu corazón estaba tan frío que quemaba.
Era más caliente que el frío habitual.
Pero eso dejó de importarme.
Me había hecho de ti.
Era un frío cálido y protector.