[ Personas & etc]
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sábado, 8 de septiembre de 2012
Andén.
Todo sería constante a lo que el tiempo tenía previsto construir.
Sería la primera vez que nuestros ojos se mirarían sin más ni menos frente a frente.
Recuerdo el viaje en tren que, con mucho gusto, llevé a cabo, tragando saliva,
mirando por la ventana, esperando el momento justo de poner un pie fuera y, quizá,
mirarte de pie, escondido entre la multitud con la cara baja y tu mirar abochornado
lleno de palabras por decir, sosteniendo un gran ramo de rosas blancas, como sabes
que me gustan tanto.
Sin embargo, una extraña sensación me llenaba de pensamientos un tanto
fatalistas para el momento que estaba esperando ansioso al presenciar.
Me llené la cabeza de recuerdos no vividos, como si acabara de pasar por enésima
vez en el pasaje lleno de guijarros que sólo en mis sueños he visitado.
Como si estuviera viviendo por primera vez la misma fantasía de siempre.
El camino era largo mis manos sudorosas cada vez estrujaban más la tela de mi
ropa, aquella que con tanto cuidado seleccioné por la mañana.
En un vano intento por relajarme recosté la cabeza sobre la ventanilla hasta que de
pronto el pitido del tren me hizo sobresaltar, sin darme cuenta del golpe con el codo
que metí a mi compañero de junto cuando traté de levantarme creyendo que era la
estación correcta, y me percaté del puñado de hojas que yacían regadas por el suelo.
Tras ayudarle a cogerlas de nuevo y una leve reverencia me recosté de nuevo en mi
lugar esperando sólo llegar a mi destino.
Una voz interrumpió mis pensamientos; el tren llegó a su destino, mi destino.
Esperé un poco a que las personas a mi al rededor bajasen para hacerme paso
y, tambaleando, poder sostenerme de cualquier estructura a mi alcance.
Me aferré a los tubos y barandales que en éste habían, como un animal salvaje
debe aferrase a sus presas.
Tragué saliva, mi postura erguida estaba, y mis ojos decididos a buscarle
por donde fuese que estuviera. Sabía que no debía buscar el ramo de rosas,
éso era una simple imagen que quise formarme para matar tiempo en el viaje.
Al parecer no había nadie esperando por mí...
Lo sabía, las personas del andén parecían tan felices, tan llenas de cosas por
hacer que ninguno de ellos sería aquel a quien tanto esperaba ver con los brazos
extendidos hacia mí, sonriendo y recibiéndome de una forma tal a "¿cómo
ha estado tu viaje?". Suspiré profundamente, como si el aire se fuese a terminar
hasta que una mano se posó sobre mi hombro y al dar la vuelta le miré allí,
mirándome con ésa sonrisa dibujada en su rostro a la cual me acostumbré
pasados unos años desde aquel día, en que la historia comenzó.
[. . . ~]
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